Desde que finaliza, aunque con normalidad, una planta nuclear, hasta que termina la vida del núcleo radioactivo pasa medio milenio. Ya sin entrar en las consecuencias de un posible desastre, la vida de éstas oscila, según su nivel de seguridad, entre 30 y 50 años. El estado español ha alargado la caducidad de éstas 10 años más y apuesta, no solo por eso, sino por poner un impuesto a las energías renovables.
¿Estamos locos?
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